Este lunes se inauguró oficialmente el Paseo del Bajo: una de las obras más esperadas -y costosas- de los últimos tiempos en Buenos Aires.
Simultáneamente con las acciones e iniciativas de otros países en atender la movilidad urbana, el proyecto presentado por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en abril de 2016 pretendía conectar la autopista Buenos Aires-La Plata y la autopista Illia mediante un sistema vial en las avenidas Eduardo Madero-Huergo y Alicia Moreau de Justo. Esto implicaba obras de construcción a lo largo de 7 kilómetros de extensión.
El diseño urbano de la propuesta no sólo incluía una autopista trinchera-viaducto sólo para camiones y transporte de larga distancia modificando la movilidad en toda la zona, sino espacios peatonales y nuevas plazas como respuesta al reordenamiento del conflictivo tránsito en la zona céntrica del bajo porteño. En este sentido, el punto estratégico de cruce peatonal se vuelca al sitio histórico de la Plaza de Mayo, donde ahora una gran escalinata conecta la Casa Rosada con Puerto Madero a los pies del Puente de la Mujer de Santiago Calatrava.
Las redes sociales se encendieron no sólo celebrando la apertura, sino señalando algunas faltas de terminaciones excusadas con trabajos que siempre quedan hacer una vez finalizada la obra y destacando irregularidades en la asignación de los contratos.
Fotos y texto: Plataforma Aquitectura
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