La ciudad de París decidió crear un Centro de Alojamiento de Emergencia para personas sin hogar en el Bois de Boulogne, al lado del barrio más caro de París. El proyecto fue muy político y encontró una fuerte resistencia por parte de los habitantes ricos del distrito 16 de París que al principio no querían tener ningún «pobre o refugiado» en su barrio. Se hicieron todos los movimientos legales e ilegales, incluyendo dos incendios durante la construcción. Después de ser abiertos, los habitantes finalmente cambiaron de opinión y estaban muy contentos de tener a esas «nuevas y agradables personas» en su vecindario, inundándolos de regalos y ropa….

El centro es temporal y existirá sólo por tres años. Está situado en una carretera desclasificada, para evitar la complicación legal de estar situado en una zona tan sensible.

La concepción técnica incluía el estado temporal de la construcción, pero el proyecto fue diseñado como si fuera permanente. Este diseño de permanencia era importante ya que el arquitecto quería que el edificio se insertara plenamente en la ciudad y en el barrio, sin mostrar su carácter temporal, ya que no querían que los habitantes se sintieran diferentes de los demás ciudadanos del entorno.

El edificio era prefabricado. Se entregaron 117 módulos de madera completa con un alto nivel de aislamiento para ofrecer 200 alojamientos organizados en habitaciones individuales o familiares con habitaciones comunes y compartidas. Los módulos ensamblados forman nueve bloques separados por grietas que están vacías o llenas de escaleras y pasarelas, creando aberturas hacia el Bois de Boulogne.

El arquitecto de AIR – Cyrille Hanappe y Olivier Leclercq han desarrollado a lo largo de los años una especialidad sobre la vivienda para personas excluidas (migrantes, sin hogar, refugiados, gitanos). Insisten en la importancia de dar una imagen de sostenibilidad al edificio dedicado a las personas que necesitan estabilidad y de darle el mismo nivel de atención que a la vivienda permanente. Esto va en el tratamiento de la fachada, hecha de madera con una variación de colores en relación con los árboles circundantes, en la creación de salas comunes con iluminación natural que no estaban en el comando original del cliente, en el generoso tamaño de las ventanas.

Ese sentimiento de casa es confirmado por uno de los habitantes, una madre que se refugió allí con su hijo : «Nunca viví en una casa ecológica y estoy muy contenta de hacerlo aquí : abro mi ventana, puedo ver los árboles, puedo oír los pájaros…».

Fuente: archdaily