Mantener la coherencia del edificio original del arquitecto D. Javier Fontán Gamarra sin renuncias. O al menos con las mínimas renuncias. Amplitud del volumen, iluminación natural, donde no hay acceso directo a la fachada, espacios de circulación amplios y visualmente relacionados.

La claridad de las circulaciones y el uso del color como herramientas para construir un ambiente cálido para el primer contacto con la dimensión social y cultural de sus pequeños usuarios. La intervención amplía el programa de aula en tres unidades y adapta el programa de usos comunes en consecuencia. El proyecto sustituye el volumen del gimnasio superpuesto al edificio por el programa de enseñanza ampliado. Se reubica el núcleo de escaleras internas y se incorporan un ascensor y salidas de evacuación en las paredes frontales para cumplir con la normativa vigente.

El edificio original de 1988 tiene una organización clara y justificada en su proyecto. La ampliación y la adecuación se basan en el esquema general del edificio, la organización general y el mantenimiento de la claridad de las circulaciones tanto en la planta baja como en la primera planta. Externamente, la intervención reduce la superficie del porche. Para aliviar este inconveniente, la cubierta de la alineación oeste se proyecta sobre el vuelo para que se recupere la superficie exterior. La cubierta incorpora una puerta doble en la sala de psicomotricidad para conectarla directamente al porche cubierto y aumentar las posibilidades de uso flexible del conjunto.

Se trata de una intervención en un edificio con cimientos profundos en toda su profundidad, la propuesta se limita a la proyección en la planta existente, evitando extender los límites más allá de las alineaciones existentes y racionalizando la inversión para evitar nuevos cimientos profundos. En la medida de lo posible, se reutiliza la estructura existente. La estructura metálica del gimnasio no se desmonta, sino que se construye con las modificaciones necesarias. Las redes actuales se transforman en celosías para poder aumentar las luces y desplazar los soportes de la fachada oeste, haciéndolos compatibles con la nueva distribución. El vuelo hacia el oeste de la celosía compensa parcialmente el aumento de luz entre los pilares propuestos.

Garantizar la iluminación natural en las nuevas piezas perimetrales es sencillo. En el caso de las circulaciones centrales, tanto en la planta baja como en la primera, y especialmente en el comedor existente en la planta baja, es bastante más complicado. Para ello utiliza el borde del volumen de la tapa, que se cubre en una secuencia de bisagras, y sobre el que se insertan los lucernarios (cierre vertical). Esta fuente de iluminación es natural en el pasillo superior y se combina con la apertura de agujeros en el techo de la planta baja para dotar de luz natural a los espacios sin fachada. Además, el comedor que con el cierre del porche se transforma en el interior en el oeste, requiere aberturas de ventilación e iluminación directa con el exterior. Para ello se perfora el muro en el sur y se coloca una nueva ventana en la fachada.

Source: archdaily