Si hay algo que caracteriza al barrio de Villa de Vallecas es que es un micromundo familiar con identidad propia; su dimensión y escala favorecen que las fachadas de sus calles se vistan con la ropa que cuelga de ellas; su población multicultural y diversa ayuda a que la pequeña empresa sobreviva frente a las grandes superficies; y el apoyo incondicional de su propio equipo de fútbol lo convierten en un lugar familiar.

La nueva clínica dental, situada en la planta baja del antiguo edificio telegráfico frente a la Plaza Juan de Malasaña, pretende integrarse en la vida cotidiana del barrio y, a pesar de su condición interior, formar parte de la ciudad. De este modo, la principal estrategia de ocupación del local es la construcción de una calle interior que pretende ser una prolongación de la plaza; un espacio que sea a la vez sala de espera y espacio público.

A diferencia del blanco tradicional en este tipo de programas, el color es el elemento constructivo que articula tanto los recorridos como los diferentes usos de la clínica, desde el acceso a los armarios. En la sierra, un gradiente que va del azul oscuro al amarillo guía al paciente hasta los armarios. A partir de ahí, el interior vuelve a ser un exterior a través de los techos que recrean escenarios naturales, llevando al usuario, ya tumbado, a otros mundos más relajados mientras se le trata. La ruta de regreso a la calle es, sin embargo, blanca. Por la noche, la sierra se enciende, como si fuera una linterna, dejando una estela colorida que ilumina las calles de Vallecas, haciendo de la clínica un lugar de referencia.

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Fuente: archdaily

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